Taller de ética Permacultural
En Permacultura no se lucha contra el mal
No hay película norteamericana que no trate sobre la lucha del bien contra el mal. Siempre los violentos buenos vencen a los violentos malos. El cine tiene bien caracterizados a unos y a otros. La forma de hablar, la forma de vestir, la conducta corporal, la voz y hasta el discurso de cada uno está bien definidos. Lo que no está claro en el cine es por qué son malos los malos, sus argumentos llegan a nosotros tergiversados porque los libretistas trabajan para los buenos.
Afuera del cine pasa lo mismo. Los buenos somos nosotros aunque los otros digan lo contrario. Hay guerra contra el terrorismo y los terroristas dicen que los de este lado son violentos, soberbios e infieles, y declaran que ellos luchan contra el mal.
Las religiones vienen con esa lucha desde antes del Imperio Persa, cuando el Pueblo Zendo bajaba de las montañas (Irán) llevando la doctrina de Zoroastro Ellos enseñaban a distinguir lo que es Ormuz: el bien, la luz y Ahura Mazda: el mal, la oscuridad pero todavía no se les había ocurrido pensar que el hombre podía operar sobre esto como se cree ahora. Hoy hay religiones que justifican su existencia en la lucha contra el demonio, si éste muriese tendían que cerrar todas sus iglesias.
Los hombres luchamos contra animales, insectos y plantas que nosotros consideramos malos. Entre personas pasa lo mismo, en la política, en las instituciones.
En Permacultura no se lucha contra el mal, se lo estudia, se le busca el beneficio que nos puede dar. Si en una huerta aparece una plaga de caracoles y se estudia qué propiedades alimenticias tienen, cómo se cocinan, cuánto vale el Kg. Si hay un vecino violento, se averigua qué es lo que quiere y en qué nos puede beneficiar. Un ente cualquiera que se nos presente va a querer algo, es cuestión de saber llegar al pacto de conveniencia mutua. Al malo de la película, al terrorista y al bicho que sea hay que dejarlo expresarse, interpretarlo y pactar, para establecer una relación de interdependencia. Una película permacultural sería muy parecida a las americanas: unos personajes malos, tan pero tan malos que dan risa y otros personajes buenos, tan pero tan buenos que dan asco, la diferencia estaría al final, porque en vez de matarlos, se descubre el verdadero propósito de los malos, que había sido mal interpretado todo el tiempo, sabiendo eso comienza otra película mucho más bonita que todo lo anterior.
En lo personal, cada cual tiene una lucha contra ciertos aspectos internos que uno considera malos. Diversas corrientes de autoayuda se encargan de identificarlos y convencernos de la conveniencia de eliminarlos, de extirparlos, como si esto fuera posible.
En cuanto al malo que hay en uno, es mucho más difícil interpretarlo, porque ambas partes nos juzgamos con los mismos valores y nos miramos con las mismas fobias. Para perdonar al malo que hay en uno es útil entender la antigua teoría del Rayo de la Creación. “Fragmentos de una Enseñanza Desconocida” de Piter Ouspensky. Esta teoría dice algo así:
Del Centro del Universo emanan rayos que se van dividiendo y expandiendo formando así energía, luego materia, vida e inteligencia, a esto lo llaman “Fuerza de la Creación” En dirección contraria fluye otra energía que es la “Fuerza de la Evolución”. La primera está en la materia misma, en los cuerpos y en toda forma de vida existente y tiene propósito ilimitado de nacer, alimentarse y reproducirse. La Fuerza de la Evolución está solamente en la especie humana y tiene como propósito la búsqueda del conocimiento, la justicia y libertad de la especie.
La Fuerza de la Creación nos hizo seres naturales como los carneros, los lagartos, es la parte interna del cerebro, allí está la ambición de poder, el territorio, el angurriento y sexópata. Así son todas las especies, cada hoja es un estómago, cada flor un genital. ¿De qué podría hablar un árbol que tiene medio millón de estómagos y ochenta mil genitales? Lo común en la Naturaleza es la orgía que practican flores, lombrices, bacterias, hongos, insectos. A medida que el Rayo de la Creación avanza va produciendo seres más sutiles: Los animales son menos angurrientos y sexópatas que las plantas y los microbios. Eso nos da tiempo para contemplar y pensar.
Así fuimos creados, para comer y reproducir. Pero hete aquí que un día el hombre mordió una manzana. Las manzanas de aquella época eran más pequeñas que una uva de hoy, eran tan amargas como dulces y tan asquerosas que Adán no supo si tragarla o escupirla. Entonces, por primera vez, tuvo que decidir por sí solo. Nunca más el hombre dejó de decidir por sí mismo. Ahí comienza la curiosidad científica y religiosa las reglas sociales, el saber, el deber y la evolución. No obstante, el hombre sufría de la libertad y añoraba la vida inocente del paraíso sin poder volver. El Creador se apiadó de él y desde entonces le concede una borrachera que lo hace tan estúpido e inocente como cuando estaba en el paraíso, pero solamente cuando está haciendo el amor.
Volviendo al tema. Ese lagarto inmundo que hay en mí, la única inmundicia que tiene no está en él sino en mi fobia hacia él. Ese lagarto es obra de la Creación. Se me manifiesta como soberbia, vanidad, codicia, ambición de poder porque su lugar es el paraíso, no éste. No hay que eliminarlo sino, respetarlo, perdonarlo y encontrar la forma de asociarse, igual que lo que hacemos afuera con las plagas y la basura. Es una fuerza, es un poderoso motor que nos puede frenar la vida o impulsarla según estemos asociados o tratando de taparlo. No es mala persona quien tiene ambición de poder y lo sabe. Los que perjudican al prójimo son los que no lo saben y no se lo perdonarían nunca.
Uno es búsqueda de la verdad, pero también es instinto. Los que saben hacer bien el compost, saben convertir algo asqueroso e inútil en útil y agradable. Lo que convierte a la basura de afuera es el oxígeno. Lo que convierte la basura de adentro es la comprensión, y el perdón interior es consecuencia de la comprensión.
El prójimo también es de dos componentes y podemos comprenderlo, perdonarlo y quererlo así. Él también debe revelar, perdonar y respetar su parte oscura, de lo contrario será una persona dañina y no habrá una relación pacífica.Â
La relación moral en Permacultura es la interdependencia, estamos hablando relaciones entre personas, ecosistemas, instituciones. Es inmoral la relación de dependencia: una explotación agrícola que depende del petróleo, una persona que ama a quien no necesita de ella. Son inmorales ambas relaciones y ambos actores. La libertad es amoral, esto significa ni buena ni mala: Yo puedo ser libre y con eso no perjudico a nadie, pero tampoco le sirvo a nadie. En la interdependencia soy beneficiado y beneficio a algo o alguien, persona, institución o ecosistema. Una pareja unida por el dinero está bien si es mutua la relación y si lo saben. No es posible pasar de la dependencia a la interdependencia, este tipo de relación se establece desde la libertad de cada parte, Antes de establecer una relación de interdependencia, es condición ser libre y autosuficiente, solo así se puede llegar al pacto por elección, no por necesidad. Tampoco hay que pactar con alguien que no nos necesita o nos necesita demasiado, a menos que la necesitemos tanto así.
La mayor dificultad para conocerse es la hipocresía interna. Los orientales carecen de hipocresía, si te van a perjudicar te lo dicen y lo hacen. Los de medio oriente te engañan antes de perjudicarte, pero no se engañan ellos. Los occidentales nos engañamos a nosotros mismos antes de engañar y perjudicar a otro, y lo hacemos con la convicción de que somos buenos, incluso, somos la víctima. Beny Hill dijo “Los ingleses mentimos con total sinceridad” Nada hay de malo en eso, el problema es que cuando uno quiere conocerse se engaña en cosas mucho más livianas que descubrir el asqueroso lagarto. Por ese motivo decimos que hay hacer bien el compost de afuera antes de meterse con la basura interior.  Â
El primer pacto de interdependencia es interior, hay que superar el asco, la vergüenza, perdonar, perdonarse, respetar, respetarse, tanto como perdonamos y respetamos al prójimo, sólo si hay comprensión interna habrá comprensión del otro y alianza. Este pacto produce una satisfacción profunda, una sensación de encaje y cambio interno, como un rompecabezas que se competa. A partir de ese momento, mirando para fuera no hay pacto imposible. Esa unidad interior se va a reflejar y multiplicar en la vida que nos rodea como en espejos opuestos y es posible que esto contribuya en algo a la paz en el Mundo.
Se propone a continuación una práctica aprendida en la antigua Escuela de Silo donde aprendí a pensar.
Es un juego grupal que lo llamaban “Taller de la Queja”
Cada integrante escribe la respuesta a las siguientes preguntas:
¿Cuál es mi peor enemigo?
Puede ser una persona real o imaginaria, existente o no, un personaje. Debe ser alguien que me estresa realmente. De no ser así, se elige otra imagen.
¿Qué sobrenombre le pondría a mi pero enemigo?
El sobrenombre es lo que mejor describe una persona. Tiene que estar bien elegido para que cualquiera que lo escuche se dé cuenta de cómo es esta persona sin haberlo conocido. Algunos declaran: es un H de P, pero esto es muy amplio, entonces el grupo pregunta por qué es un H de P, luego, con el relato y la ayuda sale el sobrenombre. Este no tiene que ser un hallazgo literario ni un consenso del grupo sino algo que realmente le pegue a quien relata.
¿Qué le pediría?
No le pidan que se muera porque no se va a morir, tampoco le pidan que no sea lo que hemos dicho que es, porque no va a dejar de serlo. Pídanle algo que les permita tolerarlo, algo que les sirva y que además él aceptaría. Si esto no produce cosas fuertes en uno, es porque pidió lo que no debía pedir o puso un sobrenombre inadecuado o eligió mal al enemigo.
¿Qué dice mi enemigo de mí?
Relate qué diría su enemigo de usted. Imaginen al enemigo contándole al grupo cómo es uno. ¿Qué diría?
¿Cómo me llama él a mí?
Cada participante también tiene un sobrenombre que lo define de cuerpo entero. Que lo diga su enemigo.
¿Qué me pediría?
El enemigo tampoco puede pedir que uno desaparezca o cambie, pero hay algo de uno que a él le vendría bien, incluso uno aceptaría
¿Qué es?
Imagine al enemigo haciendo lo que uno le pidió.
Imaginese haciendo lo que le pidió él.
Imagine el futuro viviendo en acuerdo con el “enemigo”