Esta es la nueva introducción del libro “Labranza Cero”
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La oración del labriego.
Oh Dios. Mi señor.
Tengo demasiado trabajo. La tierra es demasiado dura para las plantas y las plantas son demasiado haraganas para la tierra. No todo en la naturaleza está bien. Si no fuera por mí, por mi esforzada colaboración, no habría una sola planta en mis cultivos. Todo depende de mí. Y para peor. Hay otras que no necesitan de mi ayuda. Son plantas malas que vienen solas y compiten, desplazan, rodean, se roban el agua y los nutrientes, además ahorcan, ahogan y matan a las plantas buenas que tanto sacrificio me cuestan.
Oh Dios. Mi señor.
Tengo demasiadas pestes y plagas porque las plantas no tienen defensas propias. No me gusta usar pesticidas, pero no tengo otro remedio. Le pido Oh mi Señor todo poderoso, que haga extinguirse todas las plagas y pestes porque los costos financieros no me dan.
Tengo que estar en todo. Las labranzas, los bichos, el riego, las malezas, las enfermedades. Hay maravillosas empresas que se ocupan de esto y me resuelven todo, pero es mucho lo que me cobran, se llevan todo, y termino ganando como un peón sin obra social y sin jubilación.
Oh Dos mi Señor.
Estoy cansado y quebrado. Quiero decirte algo con toda humildad y con todo respeto: Sería bueno que aprendas Ingeniería Agronómica. No me castigues por esto. No lo tomes a mal. Pero sería maravilloso. No habría que hacer labranzas, ni controlar plagas ni pestes, la humedad sería más duradera, los rendimientos mayores, los costos financieros me cerrarían y la vida sería hermosa.
Amen.
El razonamiento final no me cierra. El “paquete tecnológico” que te venden ha hecho que la “producción agrícola” sea más un acto de inversión financiera que un proceso productivo. Pero se siguen llevando prácticamente todo cuando son un simple labriego, salvo, que seas “gran evasor” vendiendo en ferias de la plazas de los pueblos, pero nunca commodities.